Por: Santiago Valle Suarez
SU PRESENCIA
El la sentía cada mañana, inusual aroma que entraba por la pequeña
puerta del pasillo frente a la biblioteca, los firmes pasos y el golpeteo de
los tacones en la baldosa confirmaban su presencia vestida de jeans, falda,
botas o bailarinas cruza la puerta, la
miran no miro, ignoro su presencia, aquella dulce voz recorre mis oídos mientras preciso no tomarla en cuenta,
lentamente camina resaltando belleza y estático divago sobre su cabeza.
De qué sirve una mirada perdida en el tiempo, las suaves manos sobre un cuerpo ,el latir del corazón en mi pecho , sus pies sobre los míos cual soporte robarme un beso, las palabras en promesas su boca convertía en versos, al final se fueron como
el viento.
Es tan ilógico estar a metros cuando no tuvimos barreras
obstáculos ni miedos, nos separa la mínima
distancia del orgullo y el silencio, dulce melodía suave palpitar reminiscencia
del pasado que nunca volverá.
Desde entonces, aquella aula ya no es la misma, la monotonía del perfume se mezclaba con el desgastado
caminar de aquella mujer, caprichosa mimada, que deslumbro cada sentido de mi ser.